viernes, 27 de enero de 2012

Cata didáctica

Es muy instructivo quedar con unos amigos para catar algunos vinos que tienen algo en común e intentar aprender de ellos y saberlos diferenciar.

Para empezar, decidimos probar 2 chardonnay:
- Quitaine 2009 de Guillemot-Michel de AOC Mâcon-Villages. A este elaborador ya lo conocí en Vitis Vinifera el año pasado y la verdad es que hace unos vinos increíbles por menos de 20€.
- Hahn Estates 2008 de Arroyo Seco AVA, California.

Aun siendo la misma uva, son 2 vinos radicalmente diferentes y cuando los pruebas a la vez es más  fácil ver las diferencias. Para empezar el Borgoña es mucho más fino y elegante, buena carga frutal y buena acidez mientras que el californiano era mucho más graso y menos ácido, donde predomina en primera instancia la barrica y luego con suerte encuentras la fruta.

Seguimos con 2 Cabernet  Sauvignon:
- Château Montrose 2004 de Saint-Estèphe.
- Vergelegeen 2005 de Stellenbosch, Suráfrica.

A rasgos generales gustó más el surafricano ya que es un vino más afrutado, menos complejo y más fácil de beber. No obstante, toda la fruta que aparecía en nariz no volvía a aparecer en boca, siendo un vino bastante plano. Una pequeña decepción.
Por contra, el Montrose en nariz no era tan expresivo (ayudó el hecho de que no estuviera abierto y nos lo decantaran, aunque no el tiempo suficiente), y estaba bastante cerrado mientras que en boca se apreciaba cierta complejidad, fruta negra y tanino integrado, aunque se apreciaban ciertos recuerdos licorosos.

Dado que ninguno de los 2 nos gustó, decidimos tomarnos un  Syrah de Domaine François Villard 2006, de AOC Saint-Joseph. Digamos que este vino ya no formaba parte de la cata didáctica, más bien de una edonista, mucha fruta negra, buena acidez, taninos bien integrados, quizás un poco alcohólico, aunque fue de los mejores teniendo en cuenta que era de los más baratos de la mesa.

Para la cena mención especial para una bestia parda, Ferrer Bobet Selección Especial 2008. Segunda vez que lo pruebo y la verdad es que es de lo mejor que he probado, combinación perfecta de carga frutal, tanicidad y acidez, recuerdos de regaliz y capa alta que tintaba la copa. Por ponerle algún pero, quizás está aun un pelín rústico, pero no obstante está para beberse cajas y cajas, tiene pinta de que evolucionará de maravilla y dentro de unos años puede ser algo apoteósico. Postgusto muy largo y agradable.

No obstante, lo mejor de la noche fue la pequeña tertulia con Sergi  Ferrer (el padre de la criatura) sobre sus magníficos vinos.

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